jueves, 12 de septiembre de 2013

Cubierta de oro.

“Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo”.  escribió Rabindranath Tagore. Quizás el dueño del ave lo hizo por amor, queriendo darle lo mejor que tenía. Pensando que el pájaro  así, se vería mejor, más hermoso, imponente y al mismo tiempo, quizás, el oro haría más grande su valor. Tal vez todos admirarían su belleza. Probablemente, quiso proteger al avecilla de cualquier daño al ponerle tal armadura. Posiblemente, no fuera su intención negarle a ella el verdadero propósito que tenía: ¡volar!. Es factible que en sus propios miedos, haya querido transmitirle al pajarito, las cosas que a él mismo le hubieran gustado, ¿quién sab
e? ¿Armarlo con una coraza eterna que le impidiera caer si volaba alto? ¿Inconscientemente pensó en cubrirlo con la protección que él mismo no podía darle siempre? ¿Sus miedos lo llevaron a tomar esa decisión? ¿Su inseguridad? Como sea, el avecita en su fragilidad no pudo oponerse, su amo era mucho más fuerte y sus argumentos le parecieron válidos y además, él hablaba muy convincentemente y ésta se sacrificó, quizás también por miedo, por la falta de confianza que a ella nunca le transmitieron. No lo hizo su madre-pájaro cuando de pichón había querido abandonar el nido, le había sido difícil, mucho... Los pajaritos de otros nidos iban y venían, revoloteaban por doquier, sus madres los cuidaban y guiaban mientras ellos aprendían a volar, a alcanzar velocidad, a desplegar sus alas arriba y abajo , pero nuestra avecilla, se sentía tonta e inútil  pues su madre quería cuidarla, tanto pero tanto, que ni del nido le permitía sacar su cabecita. 
Fue la vez que pasó por allí él. Quizás por eso, eligió a nuestro pajarillo; transmitía ternura y decidió llevarla consigo para que le alegrara sus días. "Podré volar", dijo el pichoncito, pero después de un tiempo, al ver el hombre que el ave no volaba conforme ella crecía, tomó la horrible y errónea decisión, olvidando el verdadero potencial del ave, creyendo que su avecita sería feliz con tal dorado envoltorio..sin imaginar que aquel hermoso pájaro moriría, inevitablemente, un poco cada día. No hizo falta que le cortaran las alas, no hizo falta que le infringieran tan dolor.. Cubrirla de oro, eso fue suficiente. 

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